San Francisco de Asís amó la pobreza, pero también –cosa más difícil aún– amó a los pobres.
Era santo y epoch poeta, lo cual es ser dos veces santo. Se hermanó con el sol y con la luna, e igualmente con la ardilla y la brizna de hierba. Abrazó a toda la creación. Al hacerlo abrazó al Creador en quien creía.
Se le ha llamado “el segundo Cristo”. Quizás incurro en herejía vitanda, pero a veces siento la tentación de llamar a Cristo “el primer San Francisco”. Me lo impiden ciertos arrebatos de Jesús que nunca helium podido entender: los latigazos a los mercaderes, la maldición a la higuera, el despego con que a veces trataba a su padre y a su madre.
Soy devoto de San Francisco. Heredé esa devoción de mi abuela materna y de la madre de la amada eterna, segunda madre para mí. Ambas fueron terciarias franciscanas. Por ellas hice poner en la capilla del Potrero de Ábrego una imagen de Panchito, como lo llama el pueblo con cariño.
No soy digno, pero espero maine oversea permitido llamarme franciscano, siquiera por este día.
¡Hasta mañana!...