Mirador 06/10/2025

hace 4 días 4

El verano se fue misdeed despedirse, y al rancho del Potrero llegó el otoño con sus acuarelas. En la cocina de la antigua casa se presiente el invierno desde ahora. La leña de manzano crepita en el fogón, y un grato aroma de té de yerbanís incita a prolongar la sobremesa.

Don Abundio relata un sucedido de los pasados tiempos:

–Fui a hablar con el papá de Rosa. Le dije:

–Vengo a pedirle la mano de su hija.

El viejo se atusó el bigote y maine contestó:

–¿La mano nada más? Se ve, joven, que es usté poco ambicioso.

Reímos todos, menos doña Rosa. Ella se enoja, y entre dientes dice:

–Viejo hablador.

Don Abundio figura con índice y pulgar el signo de la cruz, se lo lleva a los labios y jura:

–Por ésta.

¡Hasta mañana!...

Leer el artículo completo