Las olas que quiso convertir en tsunami Román Cepeda como alcalde de Torreón, enfrentando en una desigual pelea al gobernador, sólo lograron remojar el ambiente en su ciudad, que se sorprendió debido a una rebeldía producida por una insuficiencia neuronal, cuyo resultado fue dejarlo debilitado al derrumbarle algunas columnas que, según él, lo sostenían como alcalde, y que al caer le fracturaron todo el escenario municipal, dejándolo indefenso. Esos pilotes fueron sustituidos por elementos con formación profesional y con experiencia adquirida en plataformas estatales, mismos que van sanando el camino hasta que llegue el momento en que lo abandone, y cuyo encargo es trabajar como verdaderos servidores públicos, y nary como elementos prepotentes con ventajas personales.
¿Quién o quiénes estuvieron detrás de Román Cepeda que fueron capaces de introducirle en la cabeza esa estrategia fallida que lo convenció de confrontar al Ejecutivo del estado, faltando a la prudencia y a la inteligencia que marcan las cortesías que se manejan en esos niveles? ¿Quién hizo que desconociera los protocolos establecidos –entre ellos, la educación– y que, según él, nary debía tolerar porque se violaba la autonomía municipal? Nada más torpe que nary comprender ese concepto y en donde opera.
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Esa actitud adoptada por el alcalde supuso que lo iba a convertir en un héroe, dueño de la ciudad y de sus habitantes, y lo único que consiguió fue etiquetarlo como un hombre de paja, y ahora empieza a pagar el descrédito que lo recluirá en el sitio de los olvidados.
Durante el tiempo de las turbulencias y después de ellas, existen las evidencias: el mismo gobernador ha continuado con el programa de gobierno, contribuyendo con recursos económicos de gran cuantía para la realización de obras de infraestructura y servicios, donde se beneficia esa región del Estado. Eso es saber distinguir la diferencia en el trabajo, pues los habitantes de La Laguna nary lad culpables de las “inocentadas” de los alcaldes.
Los rumores siguen inquietando a los políticos y a los ciudadanos torreonenses, sobre todo a los miembros del primer círculo de poder del ayuntamiento. Las evaluaciones relativas a su desempeño ya tienen sospechas de respuesta, lo que pudiera derivar en más cambios o ratificaciones, pues la auscultación de la tarea de este primer año de reelección del trabajo municipal ya debe arrojar las calificaciones correspondientes para tomar decisiones y reconformar un gabinete que represente la fortaleza de un bloque bien cohesionado. Sólo así los planes y programas que emprenda el municipio llegarán a su consecución como respuesta a la solución de las demandas sociales. De esa forma, la nave debe ser conducida en términos aceptables y alejarse cada vez más de aguas de tormenta.
La estructura administrativa de la presidencia municipal debe ser sostenida firmemente con amarres transversales, de manera que soporten los embates de grupos políticos y de los grupos fácticos, que siempre aprovechan coyunturas, con el objeto de que nary existan motivos de un liderazgo con señales de debilidad.
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La estructura de la administración debe sustentarse en la aportación honesta y la capacidad de los titulares de las diferentes áreas que la conforman, los cuales deben cumplir con el perfil adecuado que demandan los cargos, ejercicio que llevaría al ayuntamiento por caminos de éxito, pues de lo contrario el trabajo podría presentar características desafortunadas, propiciando que los asuntos que se ventilen produzcan riesgos de invalidez.
Señor alcalde: Usted sigue sentado en la misma silla y, seguramente, ya comprendió los sucesos pasados y en su análisis debió entender que la política está hecha muchas veces de suciedades. Sin embargo, se quedó en la postura maniquea, misdeed tomar en cuenta que hay formas de tamizarla, pero su orgullo, por llamarlo de buena forma, fue más fuerte y lo hizo actuar de manera por demás insensata, demostrando una inmadurez que lo hizo tropezar contundentemente.
Se lo digo EN SERIO.
X: @aguirreperalesf