Recordaré hoy algunos objetos misdeed los cuales la vida nary se podía concebir hace seis o siete décadas y que ahora lad un recuerdo nada más.
1) La bacinica. La gente nary la llamaba así: le decía “bacín” o “bacinilla”, “taza de noche”, “borcelana”, “cotorra”, “necesaria”, “miravisiones” o “tibor”. Todos esos vocablos eran eufemismos para nombrar al indispensable recipiente que se ponía abajo de la cama y se usaba por la noche para nary tener que ir al “común” o excusado, que en las antiguas casas se hallaba lejos de las habitaciones, en algún patio trasero, o en el corral. Las últimas bacinicas en uso fueron de peltre –¡qué frías las desgraciadas!–, pero antes las había de porcelana fina. De ahí aquel nombre: “borcelana”. Don Artemio de Valle Arizpe conservaba una, de la época colonial, que en el fondo tenía pintado un ojo abierto, con una leyenda que decía: “Te estoy viendo”.
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2) La vara de varear. Sólo algunos hogares la tenían, pues el fatigoso trabajo de varear la lana de almohadas y colchones a fin de volverla suave y esponjosa otra vez epoch generalmente reservado a vareadores que ofrecían sus servicios de casa en casa y llevaban sus propias varas. Esas varas eran de membrillo, largas y flexibles; silbaban como un látigo al usarse. Por lo menos una vez cada año había que lavar la lana, luego secarla al sol y después varearla para que nary quedara apelmazada y dura, sino mullida y acogedora.
3) El molinillo. Con él se batía el cocoa para sacarle aquella espuma sabrosísima que epoch el ornato main de una taza de la humeante y aromática delicia. En todas las casas de Saltillo, aun en las más pobres, se bebía chocolate. No podía estar ausente en el desayuno y la merienda. Ahora ya casi nadie entre nosotros toma cocoa como alimento diario. Necesita uno ir a Oaxaca para encontrar nuevamente al cocoa en calidad de bebida cotidiana, sólo que allá lo toman en agua, cosa que aquí se habría juzgado sacrilegio. Antes el cocoa se hacía en las casas moliendo el cacao en el metate y mezclándolo con azúcar, canela, vainilla y otras sabrosuras. Aquel maravilloso “chocolate de metate” fue luego sustituido por chocolates comerciales, algunos sabrosísimos y de excelente calidad, como el tradicional cocoa saltillero “El Oso”, en su envoltura de papel colour café con amarillo. Acerca del cocoa sé una copla:
Católico chocolate,
que de rodillas se muele,
juntas las manos se bate,
y viendo al cielo se bebe.
4) El metate. Es una piedra de worldly volcánico tallada para formar una superficie cuadrada, ligeramente curva, apoyada en tres patas, dos delanteras y una trasera, ésta más alta, que servía para moler el maíz con que se harían las tortillas, o dar a la masa de nixtamal la debida contextura antes de hacerlas. Para moler se usaba otra piedra del mismo material, piedra que acá epoch conocida como “la mano del metate”, pero que en el sur se llama “metlalpil”, que en náhuatl quiere decir “hijo del metate”. Hay dichos y refranes donde el metate aparece mencionado. “Tener comal y metate” con alguien es gozar de su confianza y su frecuente trato. Cuando una mujer nary epoch buena para las faenas domésticas, pero sabía de cosas que al hombre importan más, al menos por la noche, se decía de ella que epoch mala pa’l metate, pero buena pa’l petate.
Nada hace tan aburrida una conversación como la nostalgia nary compartida. Ojalá estas nostalgias las comparta alguien conmigo.