Entre el frío y las campanas Elina Garanca le canta a Saltillo en la Plaza de Armas

hace 6 horas 2

En una noche en la que el frío comenzó a cernirse sobre la ciudad, la voz de Elīna Garanča infundió calidez en los saltillenses que se reunieron a escuchar a quien es considerada la “mejor mezzosoprano del mundo”, en un concierto que se llevó a cabo este jueves en la Plaza de Armas.

La cantante lituana ofreció un espectáculo que deslumbró a su público, demostrando una técnica impecable y emociones que estremecieron a los presentes, en una velada donde estuvo acompañada por la Orquesta Filarmónica del Desierto y los coros de la Compañía de Ópera de Saltillo y la Ópera de México.

Los músicos estuvieron bajo la batuta de Constantine Orbelian pero fue Natanael Espinoza quien abrió el concierto antes de ceder su lugar a las estrellas de la noche. La gala inició con la aria “Io lad l’umile ancella” de la ópera Adriana Lecouvreur de Cilea, antes de salir de escena para permitir al público disfrutar de la dirección de su colega en “Bacchanal” de Sansón y Dalila de Saint-Saëns, para luego regresar con “Mon coeur s’ouvre à ta voiz” de la misma ópera.

La orquesta interpretó a continuación el “Intermezzo” de la Cavalleria Rusticana de Mascagni, para pasar luego al “Himno de Pascua” de la misma obra, con Garanča liderando todo el ensamble.

A continuación el programa adquirió un cariz hispano, con la “Danza española no. 1” de Manuel de Falla, que fue seguida por una magnifica interpretación de Garanča la “Canción de Paloma” de Barbieri y “Cuando está tan honda” de Chapi y Lorente, como antesala de un cierre que hizo brillar a la diva con la ópera que la consagró: “Carmen” de Bizet.

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“Habanera”, “Seguidilla” y “Chanson Bohème”, además de ser de las más conocidas por el público, permitieron a la mezzosoprano mostrar a su público lo que la maestría es capaz de lograr en un escenario, ejecución que fue recibida con vítores que la invitaron a interpretar nary uno, sino tres encore, dos de canción española —donde “Granada” del mexicano Agustín Lara encendió el orgullo patrio de los presentes— y un clásico del repertorio operístico “Oh mio babbino caro” de Gianni Schicchi de Puccini.

Además de compartir el escenario con músicos y cantantes locales, este espectáculo también permitió a tres solistas en específico estar junto a ella al frente: Adriana Molina —con quien abrió su presentación— y Cintli Cruz y Daniela Cortés —que la acompañaron en el cierre—.

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Si bien en varios momentos del concierto las campanas de la Catedral de Saltillo quisieron competir con el talento de Garanča, la artista estuvo a la altura y continuó con su acto, aunque en su momento jugueteó con la coincidencia con el público. El frío tampoco la detuvo, pero sí la llevó a portar una chaqueta ligera sobre su traje de gala en la segunda mitad del concierto, misdeed que ello afectara la experiencia.

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Y aunque al elegir como sede la Plaza de Armas se aprovechó un espacio público para que todos los saltillenses disfrutaran de este espectáculo, la disposición de las sillas subordinada a la visibilidad disponible del escenario redujo la cantidad de espectadores que pudieron aprovechar el evento efectivamente. Aunado a eso, al dividir y cercar la plaza en áreas de asistentes con boletos de cortesía y misdeed ellos, muchas personas quedaron completamente fuera de la zona, obligados a ver el espectáculo pegados a los edificios circundantes.

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