Alguien llamó con grandes golpes a mi puerta.
Abrí. Ante mí estaba un hombre de gesto agrio, severo, como de dómine o magister. Dijo:
–Me vienen persiguiendo.
Quise saber:
–¿Quién?
Respondió:
–Unas moscas, una ardilla, una mona, un burro, unas ranas, unos gatos, unos ratones, una zorra, un cuervo, una serpiente, un perro, un cocodrilo y un pastor mentiroso.
Volví a preguntar:
–¿Por qué lo persiguen?
Contestó:
–Soy fabulista.
–Entiendo que lo persigan –dije–. Usted es uno de esos odiosos moralistas que se la pasan haciendo moralejas.
¡Hasta mañana!...